Comentario
CAPÍTULO V
Y como ya presentían su muerte y su fin, les dieron sus consejos a sus hijos. No estaban enfermos, no sentían dolor ni agonía cuando dejaron sus recomendaciones a sus hijos.
Éstos son los nombres de sus hijos: Balam Quitzé tuvo dos hijos, Qocaib se llamaba el primero y Qocavib era el nombre del segundo hijo de Balam-Quitzé, el abuelo y padre de los de Cavec.
Y éstos son los dos hijos que engendró Balam-Acab, he aquí sus nombres: Qoacul se llamaba el primero de sus hijos y Qoacutec fue llamado el segundo hijo de Balam Acab, de los de Nihaib.
Mahucutah tuvo solamente un hijo, que se llamaba Qoahau.
Aquéllos tres tuvieron hijos, pero Iqui Balam no tuvo hijos. Ellos eran verdaderamente los sacrificadores, y éstos son los nombres de sus hijos.
Así, pues, se despidieron de ellos. Estaban juntos los cuatro y se pusieron a cantar, sintiendo tristeza en sus corazones; y sus corazones lloraban cuando cantaron el Camucú, que así se llamaba la canción que cantaron cuando se despidieron de sus hijos.
-¡Oh hijos nuestros ! Nosotros nos vamos, nosotros regresamos; sanas recomendaciones y sabios consejos os dejamos. Y vosotras, también, que vinisteis de nuestra lejana Patria, ¡oh esposas nuestras!, les dijeron a sus mujeres, y de cada una de ellas se despidieron. Nosotros nos volvemos a nuestro pueblo, ya está en su sitio Nuestro Señor de los Venados, manifiesto está en el cielo. Vamos a emprender el regreso, hemos cumplido nuestra misión, nuestros días están terminados. Pensad, pues, en nosotros, no nos borréis [de la memoria], ni nos olvidéis. Volveréis a ver vuestros hogares y vuestras montañas, establecéos allí, y que ¡así sea! Continuad vuestro camino y veréis de nuevo el lugar de donde vinimos.
Estas palabras pronunciaron cuando se despidieron. Luego dejó Balam Quitzé la señal de su existencia: -Éste es un recuerdo que dejo para vosotros. Éste será vuestro poder. Yo me despido lleno de tristeza, agregó. Entonces dejó la señal de su ser, el Pizom Gagal, así llamado, cuyo contenido era invisible, porque estaba envuelto y no podía desenvolverse; no se veía la costura porque no se vio cuando lo envolvieron.
De esta manera se despidieron y en seguida desaparecieron allá en la cima del monte Hacavitz.
No fueron enterrados por sus mujeres, ni por sus hijos, porque no se vio qué se hicieron cuando desaparecieron. Sólo se vio claramente su despedida, y así el Envoltorio fue muy querido para ellos. Era
el recuerdo de sus padres e inmediatamente quemaron copal ante este recuerdo de sus padres.
Y entonces fueron creados los hombres por los Señores que sucedieron a Balam Quitzé, cuando dieron principio los abuelos y padres de los de Cavec; pero no desaparecieron sus hijos, los llamados Qocaib y Qocavib.
Así murieron los cuatro, nuestros primeros abuelos y padres; así desaparecieron, dejando a sus hijos sobre el monte Hacavitz, allá donde permanecieron sus hijos.
Y estando ya los pueblos sometidos y terminada su grandeza, las tribus ya no tenían ningún poder y vivían todas dedicadas a servir diariamente.
Se acordaban de sus padres; grande era para ellos la gloria del Envoltorio. Jamás lo desataban, sino que estaba siempre enrollado y con ellos. Envoltorio de Grandeza le llamaron cuando ensalzaron y pusieron nombre a la custodia que les dejaron sus padres como señal de su existencia.
Así fue, pues, la desaparición y fin de Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui Balam; los primeros varones que vinieron de allá del otro lado del mar, de donde nace el sol. Hacía mucho tiempo que habían venido aquí cuando murieron, siendo muy viejos, los jefes y sacrificadores así llamados.